quinta-feira, 2 de outubro de 2014

Nuca más voy a ser la misma después de la visita al Templo de Salomón














¡Buen día, obispo!
Me gustaría compartir mi experiencia personal sobre mi visita al Templo de Salomón, el 31 de julio del 2014.
Yo formaba parte de una delegación de la República de Botswana. Antes de que saliéramos, estaba continuamente orando para que el Señor hablara específicamente conmigo y me diera el 100% de garantía de que no debería preocuparme, ni desistir. Mi principal preocupación fue mi marido, que es adicto a las drogas. Él es adicto al alcohol y a la marihuana, y vivir con un adicto es un desafío, ya que las responsabilidades familiares son ignoradas y el dinero se gasta en cumplir la fisura por la droga.
Mientras esperábamos que las puertas del Templo fueran abiertas, yo aún estaba recordándole a Dios que tuviese misericordia de mí. Como estaba cansada de los efectos de las drogas sobre mi familia, necesitaba una orientación sobre qué hacer para mí y para mis niños, y cómo lidiaría con toda la situación, y, por encima de todo, cómo ayudaría a mi marido. Realmente estaba diciéndole a Dios que hiciera que todas las oraciones hechas en Su Templo fueran respondidas.
Las puertas se abrieron y los levitas nos aconsejaron a que nos sentásemos donde había auriculares para que pudiéramos lograr acceder a la traducción en inglés. Obispo, Dios habló conmigo específicamente como Se lo había pedido.
El primer obispo habló sobre "el espíritu de vicio" que no tiene cura, a pesar de los tratamientos en términos de la ciencia y de la medicina, pero que solo Dios puede curar la dependencia. Él comenzó a compartir que ya había sido un adicto a las drogas, no solo de medicamentos, sino de muchas drogas. Inmediatamente noté que estaba preocupada por algo para lo cual la ciencia, la medicina y los investigadores no lograban encontrar una solución, ¡¡¡y que el Único que podía ayudarme era JESUCRISTO!!!
Hice una oración arrepentida de perdón, para dejar de preocuparme por algo que estaba más allá de mí, y rendirme completamente al Señor. También noté la razón por la cual estoy preocupada: es que Le entregué el problema al Señor y lo agarré nuevamente.
¿Por qué no puedo solo entregarle a Dios y dejar el problema totalmente con Él y continuar con mi fe? También Le dije a Dios: al mismo Espíritu a quien este obispo que está hablando ahora se entregó, yo también voy a entregarle a mi marido y nunca voy a volver a visitar a este problema nuevamente, ya que no es mío.
Obispo, como si eso no fuera suficiente, cuando usted vino al Altar y pidió que todos los pastores que antes eran adictos se levantaran, miré y dije: “¡Mi Dios, mi Señor, muchas gracias! Mi marido es todo Tuyo.” Y mi esperanza perdida fue inmediatamente renovada, pues, en realidad, como Jesús es el mismo de ayer, de hoy y de mañana, mi marido también dará, en la Universal, su testimonio de vida de los días en los que consumió drogas y de después de dejar de consumir, y estoy convencida de que será este año 2014.
Muchas gracias, obispo, por la Universal en todo el mundo, y cuando su momento de dormir llegue, créame, no voy a llorar o a ponerme triste, sino que voy a celebrar una vida bien vivida como escogido por Dios para reavivar la fe de las personas a través del sacrificio, en el siglo XXI. La fe en acción va a continuar para siempre y estoy muy feliz por formar parte de esta fe y por haber sido escogida por Dios para parar de sufrir y compartir el mensaje con otras personas que están sufriendo.
Volví llena de alegría, con energía y con un fuerte deseo de servir más de lo que ya cité antes, para compartir, hablar sobre el Señor, siempre que tengo la oportunidad…
Ya no estoy preocupada. Tengo el 100% de certeza de que voy a recibir lo que pedí.

¡Que Dios lo bendiga, obispo!
Daisy Peloewetse - Botswana

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