El buitre: Si pones un buitre en un cajón que mida 2 metros x 2 metros y que este completamente abierto por la parte superior, esta ave, a pesar de su habilidad para volar, será un prisionero absoluto.
La razón es que el buitre siempre comienza un vuelo desde
el suelo con una carrera de 3 a 4 metros . Sin espacio para correr, como es su
hábito, ni siquiera intentará volar sino que quedará prisionero de por vida en
una pequeña cárcel sin techo.
El murciélago: Vuela por todos lados durante la
noche es una criatura sumamente hábil en el aire, pero no puede elevarse desde
un lugar a nivel del suelo.
Si se lo coloca en el suelo en un lugar plano, todo lo
que puede hacer es arrastrase indefenso y, sin duda dolorosamente, hasta que
alcanza algún sitio ligeramente elevado del cual se pueda lanzar a si mismo
hacia el aire. Entonces, inmediatamente despega para volar.
La abeja: Es sumamente inteligente, pero al ser
depositada en un recipiente abierto, permanecerá allí hasta que muera, a menos
que sea sacada de allí.
Nunca ve la posibilidad de escapar que existe por arriba
de ella, sin embargo persiste tratando de encontrar alguna forma de escape por
los laterales cercanos al fondo. Seguirá buscando una salida donde no existe
ninguna, hasta que se destruye completamentea si misma.
Reflexión:
Las personas en muchas ocasiones actúan como
el buitre, el murciélago y la abeja. Sumamente frustradas con los problemas,
lidian con ellos, sin nunca darse cuente que todo lo que tiene que hacer es ver
hacia arriba. Mirar hacia arriba, significa mirar para el poder de Dios, para
la capacidad que Él tiene de ayudarnos a solucionar cualquier adversidad.
Significa manifestar la fe en Su Palabra, lanzarnos cien por ciento en Sus
Promesas, que nos garantizan la victoria.
La incertidumbre mira hacia atrás, al rededor o hacia
abajo, pero la fe mira hacia arriba, hacia Dios, se renueva cada día y nos
capacita para vencer los obstáculos. “No os conforméis a este siglo, sino
transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que
comprobéis cuál es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”. (Romanos
12:2).
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